Congelar el TLC equivale a matarlo, dice la Casa Blanca e insta a demócratas a asumir consecuencias
La medida aprobada es un cambio a las reglas del "Fast Track", que obligaba al legislativo a votar el tratado en 90 días tras ser radicado el martes por el presidente George Bush.
La votación había sido programada por la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, en respuesta a la decisión del presidente George W. Bush que el lunes decidió enviar el acuerdo sin antes contar con el visto bueno de la mayoría demócrata.
El conteo de votos fue de 224 a favor del congelamiento y 195 en contra. De los votos favorables, seis fueron republicanos y 218 demócratas. En oposición votaron 185 republicanos y 10 demócratas.
La decisión de la Cámara deja el tratado con Colombia en el limbo y pendiente ahora de negociaciones internas entre la Casa Blanca y la mayoría demócrata en el Congreso.
Según Pelosi, antes de poder considerar el tratado colombiano es necesario aprobar un paquete económico que le haga frente a la crisis que enfrenta el país y ayude a la clase media y trabajadora.
Pese a todo, Pelosi tuvo palabras cálidas para Colombia y dejó abierta la puerta para una eventual votación en el futuro. "Cuando hayamos solucionado estas preocupaciones podemos votar por este acuerdo...Colombia es un país amigo, es una relación importante y respetamos el liderazgo del presidente Uribe, aunque tenemos preocupaciones, que pueden ser trabajadas, por la violencia sindical", dijo Pelosi.
Curiosamente, la violencia contra el sindicalismo en el país, que había sido la principal objeción demócrata hasta la fecha, no fue el eje del debate de ayer. Para la mayoría de los demócratas el voto lo que pretendía era recupera el liderazgo de la Cámara que Bush usurpó al enviarlo de manera unilateral.
"Este no es un voto sobre el acuerdo comercial con Colombia. Es un voto contra la arrogancia de Bush. Lo que hizo Pelosi fue decir "No más" a un presidente que insiste en robarnos la autoridad" dijo el representante de Vermont, Peter Welch.
Muchos demócratas, también, hicieron hincapié en los argumentos de Pelosi sobre el mal estado de la economía y otros, sencillamente, dejaron clara su oposición al comercio como política económica.
Tan concentrado estuvo el debate en asuntos internos de E.U., y no en Colombia, que la misma Pelosi confundió al país con Bolivia. "Podemos trabajar junto a Bolivia estos problemas. Perdón, digo Colombia, aunque con Bolivia también", fue la infortunada frase de la poderosa líder del Congreso.
Para los republicanos, el tema fue uno de seguridad nacional y los enormes beneficios que traería un tratado que, según muchos, le sirve más a E.U. que a Colombia. "Ellos ya entran más del 90 por ciento de sus productos sin arancel a nuestro mercado mientras que nosotros pagamos unos muy altos. Con este tratado, el 80 por ciento de nuestros productos entrarían sin tarifa, generando ventajas inmediatas para nuestros trabajadores. De lo que se trata es de nivelar la cancha" sostuvo John Boehner, de Ohio.
Los republicanos hicieron mucho énfasis en la cachetada que le estaban dando a Colombia y como el único ganador sería el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Tanto que bautizaron la modificación hecha por los demócrata como "la regla Hugo Chávez".
Para Boehner, la acción demócrata fue equivalente a un "chantaje político" que deja muy mal parado al mejor aliado de E.U. en la región.
"Aquí se dice que quizá en unos meses podremos aprobar esto. No nos digamos mentiras. Hoy se está matando el tratado de libre comercio con Colombia. Ni más ni menos" afirmó el legislador.
Lo que lleva a la pregunta de fondo: ¿qué sigue ahora para el tratado?
Hay muchos, como Boehner, que creen que los demócratas no quieren considerar el tratado en pleno año electoral y que la movida de ayer les permite precisamente eso.
Bajo este escenario, el tratado sería "engavetado" hasta después de las elecciones generales del 4 de noviembre.
Y allí podrían pasar dos cosas. Ya sin las presiones electorales, y con seis meses de "avances concretos" frente la situación del sindicalismo en Colombia, los demócratas lo considerarían en sesiones extraordinarias. Sería un voto muy cerrado de todas maneras, pero pasaría por uno o dos votos. Bush se retiraría de la Casa Blanca con el tratado bajo el brazo, el nuevo presidente no tendría que responder por su aprobación y los legisladores demócratas que votaron favorablemente contarían con dos años más para justificar su voto antes de las nuevas elecciones legislativas del 2010.
El problema es que existe una alta probabilidad de que este año no se den sesiones extraordinarias. En cuyo caso el tratado, en su forma actual, moriría y tendría que ser presentado por el nuevo presidente y ante un nuevo Congreso.
Y dependería, entonces, de quién gane las elecciones presidenciales y cómo quede distribuido el mapa electoral en el Congreso.
Si es el republicano John McCain, podría avanzar con rapidez. Si es Barack Obama o Hillary Clinton tomaría más tiempo pues ambos se han opuesto y prometido renegociarlo.
Otros ven en la decisión de los demócratas el vaso medio lleno y no medio vacío. Y apuntan a las palabras de Pelosi con esperanza. Si bien Pelosi está presionada por los sindicatos, también lo está por los grandes grupos económicos que aportan importantes sumas de dinero a las campañas y quieren ver el tratado aprobado.
Además, si ella no deja pasar el tratado, Bush tampoco le hará concesiones a su agenda legislativa, que incluye un segundo paquete de estímulo económico, un programa para subsidiar a los trabajadores que pierden sus empleos por el comercio y una iniciativa para otorgar seguro de salud a los niños que no lo tienen.
Por eso se cree posible un gran paquete económico que se irá negociando por debajo de la mesa durante los próximos meses y en el que estaría el TLC incluido. Con ese acuerdo ya en el bolsillo, y en el último momento posible (agosto), el tratado vería la luz.
La medida aprobada es un cambio a las reglas del "Fast Track", que obligaba al legislativo a votar el tratado en 90 días tras ser radicado el martes por el presidente George Bush.
La votación había sido programada por la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, en respuesta a la decisión del presidente George W. Bush que el lunes decidió enviar el acuerdo sin antes contar con el visto bueno de la mayoría demócrata.
El conteo de votos fue de 224 a favor del congelamiento y 195 en contra. De los votos favorables, seis fueron republicanos y 218 demócratas. En oposición votaron 185 republicanos y 10 demócratas.
La decisión de la Cámara deja el tratado con Colombia en el limbo y pendiente ahora de negociaciones internas entre la Casa Blanca y la mayoría demócrata en el Congreso.
Según Pelosi, antes de poder considerar el tratado colombiano es necesario aprobar un paquete económico que le haga frente a la crisis que enfrenta el país y ayude a la clase media y trabajadora.
Pese a todo, Pelosi tuvo palabras cálidas para Colombia y dejó abierta la puerta para una eventual votación en el futuro. "Cuando hayamos solucionado estas preocupaciones podemos votar por este acuerdo...Colombia es un país amigo, es una relación importante y respetamos el liderazgo del presidente Uribe, aunque tenemos preocupaciones, que pueden ser trabajadas, por la violencia sindical", dijo Pelosi.
Curiosamente, la violencia contra el sindicalismo en el país, que había sido la principal objeción demócrata hasta la fecha, no fue el eje del debate de ayer. Para la mayoría de los demócratas el voto lo que pretendía era recupera el liderazgo de la Cámara que Bush usurpó al enviarlo de manera unilateral.
"Este no es un voto sobre el acuerdo comercial con Colombia. Es un voto contra la arrogancia de Bush. Lo que hizo Pelosi fue decir "No más" a un presidente que insiste en robarnos la autoridad" dijo el representante de Vermont, Peter Welch.
Muchos demócratas, también, hicieron hincapié en los argumentos de Pelosi sobre el mal estado de la economía y otros, sencillamente, dejaron clara su oposición al comercio como política económica.
Tan concentrado estuvo el debate en asuntos internos de E.U., y no en Colombia, que la misma Pelosi confundió al país con Bolivia. "Podemos trabajar junto a Bolivia estos problemas. Perdón, digo Colombia, aunque con Bolivia también", fue la infortunada frase de la poderosa líder del Congreso.
Para los republicanos, el tema fue uno de seguridad nacional y los enormes beneficios que traería un tratado que, según muchos, le sirve más a E.U. que a Colombia. "Ellos ya entran más del 90 por ciento de sus productos sin arancel a nuestro mercado mientras que nosotros pagamos unos muy altos. Con este tratado, el 80 por ciento de nuestros productos entrarían sin tarifa, generando ventajas inmediatas para nuestros trabajadores. De lo que se trata es de nivelar la cancha" sostuvo John Boehner, de Ohio.
Los republicanos hicieron mucho énfasis en la cachetada que le estaban dando a Colombia y como el único ganador sería el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Tanto que bautizaron la modificación hecha por los demócrata como "la regla Hugo Chávez".
Para Boehner, la acción demócrata fue equivalente a un "chantaje político" que deja muy mal parado al mejor aliado de E.U. en la región.
"Aquí se dice que quizá en unos meses podremos aprobar esto. No nos digamos mentiras. Hoy se está matando el tratado de libre comercio con Colombia. Ni más ni menos" afirmó el legislador.
Lo que lleva a la pregunta de fondo: ¿qué sigue ahora para el tratado?
Hay muchos, como Boehner, que creen que los demócratas no quieren considerar el tratado en pleno año electoral y que la movida de ayer les permite precisamente eso.
Bajo este escenario, el tratado sería "engavetado" hasta después de las elecciones generales del 4 de noviembre.
Y allí podrían pasar dos cosas. Ya sin las presiones electorales, y con seis meses de "avances concretos" frente la situación del sindicalismo en Colombia, los demócratas lo considerarían en sesiones extraordinarias. Sería un voto muy cerrado de todas maneras, pero pasaría por uno o dos votos. Bush se retiraría de la Casa Blanca con el tratado bajo el brazo, el nuevo presidente no tendría que responder por su aprobación y los legisladores demócratas que votaron favorablemente contarían con dos años más para justificar su voto antes de las nuevas elecciones legislativas del 2010.
El problema es que existe una alta probabilidad de que este año no se den sesiones extraordinarias. En cuyo caso el tratado, en su forma actual, moriría y tendría que ser presentado por el nuevo presidente y ante un nuevo Congreso.
Y dependería, entonces, de quién gane las elecciones presidenciales y cómo quede distribuido el mapa electoral en el Congreso.
Si es el republicano John McCain, podría avanzar con rapidez. Si es Barack Obama o Hillary Clinton tomaría más tiempo pues ambos se han opuesto y prometido renegociarlo.
Otros ven en la decisión de los demócratas el vaso medio lleno y no medio vacío. Y apuntan a las palabras de Pelosi con esperanza. Si bien Pelosi está presionada por los sindicatos, también lo está por los grandes grupos económicos que aportan importantes sumas de dinero a las campañas y quieren ver el tratado aprobado.
Además, si ella no deja pasar el tratado, Bush tampoco le hará concesiones a su agenda legislativa, que incluye un segundo paquete de estímulo económico, un programa para subsidiar a los trabajadores que pierden sus empleos por el comercio y una iniciativa para otorgar seguro de salud a los niños que no lo tienen.
Por eso se cree posible un gran paquete económico que se irá negociando por debajo de la mesa durante los próximos meses y en el que estaría el TLC incluido. Con ese acuerdo ya en el bolsillo, y en el último momento posible (agosto), el tratado vería la luz.