La selección colombiana de fútbol disputó el pasado 15 de
noviembre un partido amistoso ante Nueva Zelanda, como preparación para el
Mundial 2026. El encuentro terminó 2-1 con victoria de Colombia, dirigida por
el técnico argentino Néstor Lorenzo.
Sin embargo, este triunfo supo a derrota debido a la pobre
actuación de varios jugadores que aún no encuentran el ritmo adecuado para
representar al país en la próxima cita mundialista. El técnico sigue apostando
por nombres como Yerri Mina y Santos Borré, quienes demuestran en cada partido
no estar al nivel de la selección. De hecho, el empate de Nueva Zelanda llegó
por un error en la marca de Yerri Mina y Santiago Arias, con cierta
participación del arquero Álvaro Montero.
Colombia fue protagonista desde el primer tiempo con una
tenencia de balón improductiva, donde lo único rescatable fue el gol del
debutante Gustavo Puerta, quien a la postre fue elegido como la figura del
partido. El resto de la nómina mostró poco peso y jerarquía, incluyendo a James
Rodríguez y Luis Díaz, alrededor de quienes gira el juego ofensivo sin mucho
éxito ni efectividad.
Frente a Venezuela la figura fue Luis Suárez con sus cuatro
goles; ante Nueva Zelanda lo fue Gustavo Puerta, lo que demuestra que al
técnico le ha faltado dar más oportunidades a nuevos valores. Hoy muchos dicen
que la alineación titular para el primer partido del Mundial ya la sabemos
todos: la misma que le costó caro en la clasificación, que se le acabó el
fútbol a mitad de la eliminatoria y que casi nos envía al repechaje.
Sin duda, los errores de Colombia parten de su entrenador,
quien sigue casado y comprometido con jugadores de hace siete años: Vargas,
Ospina, Arias, Mina, Sánchez, Mojica, Lerma, Rodríguez y Quintero, presentes
desde Rusia 2018. Lorenzo no le apuesta a la renovación; cuando se vaya, no le
dejará nada al fútbol colombiano, solo un fracaso en un Mundial que se disputa
en siete meses y nada más.
Los malos resultados en la eliminatoria le mostraron a los
dirigentes que Lorenzo no era el técnico ideal para el Mundial, y sus
improvisaciones y desaciertos en partidos clave así lo demostraron.
La dirigencia del fútbol colombiano necesita un giro de 180
grados. No es posible que en un país con buenos jugadores sea manejada por
directivos mediocres a quienes solo les interesa lucrarse con los dividendos
que genera el fútbol.
Los colombianos sacamos el carro de bomberos cuando una
pobre selección nos representa en un mundial, como ocurrió en el reciente
torneo juvenil disputado en Chile, donde se ocupó el tercer lugar. La
dirigencia, la prensa deportiva y los aficionados sobrevaloraron esta
actuación, propia de una sociedad conformista y sin aspiraciones, donde lo poco
es mucho.
Hoy, con la selección Colombia de mayores, tenemos que ser
realistas respecto a nuestra participación en el Mundial. A quienes se mofan y
venden humo diciendo que Colombia es favorita para ganar el Mundial: no le
sigan mintiendo a la afición. Si no alcanzamos para ser cabezas de serie, mucho
menos para ganar un Mundial. Colombia no tiene ropa para esa fiesta, más aún
teniendo en cuenta el nivel de nuestros jugadores. No nos engañemos: con estos
jugadores y este cuerpo técnico, Colombia clasificará tal vez como un mejor
tercero, solo llegará a octavos de final y ahí se acabará todo.