sábado, 20 de abril de 2013

Leonor, una madre cabeza de familia, que lucha con sus dos discapacitados; A madres cabeza de familia, gobierno deberia subsidiar con salario minimo.


Texto y Foto tomado del tiempo.com



A sus 46 años, debe lidiar a diario con un hijo cuadripléjico y un esposo con muerte cerebral.

Leonor Flores Pérez hace parte del 36,7 por ciento de madres cabeza de hogar que hay en Bogotá. Una cifra más, si no fuera porque a sus 46 años ha tenido que hacerle frente a una de las pruebas más difíciles de la vida: cuidar de un esposo con infarto cerebral y un hijo diagnosticado con cuadriplejia.

“He aprendido a vivir con lo que tengo y a ser agradecida porque sé que hay personas en peores situaciones que la mía”, dice mientras servía la comida a Juan Pablo, su hijo, y a Edgar, su esposo.

Ellos son los dos grandes amores de Leonor. Edgar tuvo infarto cerebral en el 2010 y desde ese momento tiene paralizado el lado derecho del cuerpo. No habla ni puede hacer muchas cosas solo.

Al siguiente año, Juan Pablo sufrió un accidente en la cama elástica de la Liga de Gimnasia de Bogotá y se partió el cuello.

Desde las 4:30 a.m. se levanta todos los días para cuidar y ayudar a Juan Pablo en el baño y a darle los medicamentos a Edgar. Hacia las 6 a.m. despacha a su hijo a las terapias y se dispone a hacer aseo y estar con Édgar en casa.

Cambiar pañales, cocinar, hacer diligencias médicas, revisar el producido del conductor del taxi –su único sustento económico, del cual, además, debe darle dinero mensual al hijo del matrimonio anterior de Edgar– son algunas de las tareas que desde los dos accidentes tiene que realizar Leonor para mantener su hogar.

Ya a las 11: 30 p.m. vuelve a la cama a esperar el nuevo día.

Nació en una familia de ocho hijos en Capitanía, Santander. A los 8 años se vino para Bogotá con su hermano mayor a estudiar y buscar un mejor futuro que el de cuidar animales o recoger agua en el pueblo. En 1985 conoció a Erasmo, el hombre de su vida, su primer esposo y con el que tuvo dos hijos, Elizabeth, 25 años y Juan Pablo, 23.

Luego de 16 años de matrimonio, una infidelidad de Erasmo destruyó su hogar, “ese fue el primer golpe que me dio la vida”.

En el 2001 entró a trabajar al Colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá como maestra de biología, en primaria. Al siguiente, conoció al ‘gordo’, como le dice amorosamente a Édgar, un policía retirado que con sus ojos verdes y sus detalles la conquistó. “Muchas veces fue hasta el colegio a llevarme flores, estaba pendiente de mí todo el tiempo y en mi cumpleaños siempre me mandaba a hacer mi torta de pastillaje favorita”, recuerda.

En octubre de 2002 le diagnosticaron cáncer de útero y el ‘gordo’ nunca la dejó sola, estuvo con ella en esos días de convalecencia tan difíciles, luego de la operación.

“Yo no tengo corazón para dejarlo porque él estuvo conmigo cuando yo lo necesité y hoy él me necesita a mí. Le estoy devolviendo la ayuda. Él no renunció a dejarme en mi cáncer y yo no puedo dejarlo en su enfermedad”, cuenta al 
separar los medicamentos de Édgar.

Con su esposo solo hay un deseo en el corazón de Leonor: “Todos los días le pido a Dios que me lo devuelva o si no, que al menos se acuerde de él y se lo lleve porque está sufriendo mucho”.

Aunque siente tristeza con Édgar en esa situación, Leonor asegura que lo más complicado de su vida ha sido el proceso con Juan Pablo. “El 14 de enero de 2011 partió mi vida en dos”, recuerda Leonor, luego de un silencio y dos lágrimas que corren por sus mejillas.

Esa mañana Juan Pablo salió de su casa ubicada en el barrio Prado Veraniego, en la localidad de Suba, para la liga de gimnasia. Calentó en la cama elástica y luego hizo un salto hacia atrás con doble giro, con tan mala suerte que al caer se partió dos vértebras.

En el Hospital Simón Bolívar, a donde fue remitido, le diagnosticaron cuadriplejia y duró internado por un mes. Al salir, comenzó terapias de rehabilitación en la Clínica Fray Bartolomé en donde hoy sigue recuperándose satisfactoriamente, pues ya anda ‘rodando solo’ como él dice.

A pesar del cansancio Leonor dice con firmeza, “me tocó convertirme en la dama de hierro para aguantar todo lo que se viene en esta situación, si yo desfallezco ellos sufren”.

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