domingo, 2 de diciembre de 2012

MÚSICA COLOMBIANA: RICA EN TALENTO, POBRE EN FINANZAS




“Hoy se nota en la floresta/ Un ambiente de alegría/ Y el rumor de ranchería/ Es más dulce y sabe a fiesta”. Así comienza el célebre vallenato Tierra de cantores, del maestro Carlos Huerta, versos que a pesar de resaltar la riqueza del folclor colombiano, según los herederos del ‘cantor de Fonseca’, no reciben tantos recursos como debería por derecho de autor.

La Constitución y la ley colombiana reconocen y protegen la propiedad intelectual, disciplina jurídica que incluye los derechos de autor y los derechos conexos. Es así como el maestro Huerta, mientras vivió, fue dueño de sus canciones y el único que podía lucrase por su difusión. Un derecho que ahora ostentan sus herederos. 

En este contexto aparecen las sociedades de gestión colectiva: la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (SAYCO) para derechos de autor y la Asociación Colombiana de Intérpretes y Productores Fonográficos (ACINPRO) para derechos conexos, que tienen por objeto principal la recaudación y distribución del patrimonio generado por la comunicación pública y reproducción de las obras. Ambas están reconocidas y supervisadas por la estatal Dirección Nacional de Derechos de Autor.

El sistema de recaudo consiste en que la asociación percibe recursos por interpretación o sonada, desde un concierto y hasta una rockola, y luego les liquida proporcionalmente a sus diferentes asociados. Así, por cada vez que suena una obra, el compositor debería recibir 70% de los recursos generados por derechos de autor, SAYCO se queda con 20% por gastos administrativos y el restante 10% se destina para un fondo común del que se benefician todos los afiliados.

Esto es en teoría, pero ¿qué tanto están recibiendo los compositores por concepto de derechos de autor? El representante a la Cámara por Santander Jorge Gómez Villamizar responde que muchos de “los grandes compositores que le han dado la alegría y buena imagen al pueblo colombino viven en la miseria” y cita el caso del maestro Wilson Choperena, autor de La pollera colorá, que murió en la “pobreza extrema”.

Así también lo ratifican los herederos de Carlos Huertas. Son “pésimas liquidaciones”, asegura Lola, una de las hijas del maestro, tras relatar que “el trimestre pasado, por las canciones del ‘cantor de Fonseca’, que nunca dejan de sonar, no nos llegó ni 200 mil pesos”.

Casos como los de los maestros Huertas, Choperena y Rafael Escalona, quien en cinco años tan sólo recibió 115 millones de pesos de regalías por toda su vasta obra musical, son aún más dicientes si se tiene en cuenta que el vallenato es el género que más recursos percibe por derechos de autor en el país. La música del acordeón, según estimaciones de SAYCO, representa cerca de 60% de los ingresos, seguido de lejos por la salsa con 12% y el reggaetón con poco más de 10%.

Y estos casos –el maestro Escalona pasó sus últimos días en medio de apuros económicos– son los que ayudan a dimensionar la actual situación de los autores y compositores nacionales: en la práctica no son los principales beneficiarios de las regalías fruto de los derechos de autor y los derechos conexos.

Precisamente, en la plenaria de la Cámara de Representantes del pasado 31 de octubre, los autores y sus herederos se preguntaron a dónde fueron a parar los cerca de 40 mil millones de pesos que en promedio recauda SAYCO por derechos de autor al año.

“Mientras autores, compositores y maestros se dedicaron a componer obras que son orgullo para los colombianos, otros orquestaron verdaderos conciertos, no de música, sino conciertos para delinquir”, dijo el ministro del Interior, Fernando Carrillo, en referencia a la antigua administración de SAYCO, que hoy está bajo control del Gobierno Nacional.

El representante Gómez detalla que se “logró demostrar que SAYCO y ACINPRO han manejado hasta tres contabilidades y las cifras que muestran son diferentes. Lo que se conoce es hay una defraudación y una usurpación de los recursos que en los últimos 10 años puede llegar a los 4,5 billones de pesos”.

Investigaciones recientes, adelantadas por el gobierno, dan luces de los destinos del dinero de los compositores. La revisión a la contabilidad de esta asociación muestra que los directivos recibieron bonificaciones y aumentos considerados excesivos, en claro contraste con la situación financiera de la mayoría de los asociados, al tiempo que repartían subsidios para ser reelegidos y organizaban costosas fiestas.

La solución del gobierno es que se termine de aprobar el proyecto de ley 202 –esta pendiente por votación el artículo 26–, con el cual el ejecutivo busca “lograr un nuevo estatuto que les permita a los artistas ser protagonistas del manejo de sus propios recursos”.

Pero en la Cámara hay ciertas dudas al respecto. El presidente de la Corporación, Augusto Posada, dijo que no veía otra solución que no sea retirar la personería jurídica a SAYCO y creó una comisión accidental de seguimiento para dicho proyecto. “Vamos a solicitar la apertura del articulado aprobado para presentar un pliego de modificaciones con base en lo que hoy hemos escuchado”, puntualizó Posada.

En lo que sí hay consenso es en la necesidad de que la situación de la música colombiana cambie. Esta no puede seguir debatiéndose entre la riqueza creativa de los artistas y los números rojos de sus finanzas.

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