El tiempo pasa inmisericorde. Ayer muchos elegían con optimismo a las autoridades regionales y locales que hoy los representan. Lo hicieron con entusiasmo, basados en sus antecedentes de ocupar cargos públicos de mucha importancia y de los pergaminos que exhibían. Creían y estában seguros, que NO se equivocaban , a pesar de que en cierta ocasión, fueran tratados en forma despectiva.
Ahora se aproximan nuevos eventos eleccionarios y ya se encuentran en el partidor varios personajes, que se van a postular, posiblemente con muy buenas intenciones o enmascaradas pretensiones, que a lo largo de su mandato, si son elegidos, empezarán a aparecer.
La Política, ciencia, doctrina u opinión, es una actividad donde debe ser protagonistas solo gente decente, valiente, profesionalmente capaz y sin ningún apetito de poder, que lo lleve a caer en actos denigrantes de corrupción.
El pueblo esta cansado de los juicios por malversación, incapacidad gerencial y por corrupción que se abren a las personas que terminan en los cargos en que fueron elegidos.
En la prensa televisiva, hablada y escrita, aparecen con grandes titulares que fulano o mengano están siendo procesado o investigado por corrupción pero, yo me pregunto, ¿Quiénes son los culpables?… Y todos concluimos, es el pueblo que los eligió y se dejó engañar, por los “encantadores de culebras” o los que venden cebo de macanche, o agua florida con lagartijas, o por los múltiples pícaros que no aparecen en la estampita y son los verdaderos beneficiados con los puestos y contratos que consiguen…, sin olvidarnos, de esa sarta de ineptos, claro, con contadas excepciones, que se cuelgan de las listas de los candidatos y de la noche a la mañana se convierten en consejeros, – ¿consejeros de qué, qué es lo que aconsejan o qué cosa fiscalizan? – , o regidores, – ¿regidores de qué, qué dirigen, qué gobiernan, qué guían? -, lamentablemente esa es nuestra realidad, el señorcito que ayer era un don nadie, no tenía donde caerse muerto, ni llevarse un pan a la boca,…o la damita, que era una simple secretaria, funcionaria de último nivel, o una pésima ama de casa, por arte de magia se transforma en autoridad; petulantes, que se lucen en los desfiles, en las ceremonias y plazas…, autoridades, con “hache”, pretensiosas y obsecuentes, malcriadas y prepotentes, que desconocen que el sueldo que los pagan, es el fruto de nuestros impuestos, de nuestro deber de aportar, como ciudadanos y que el lugar que ocupan, es con la finalidad de ponerse al servicio…, leanlo bien…, “al servicio” de la comunidad, o dicho de otro modo, no en forma peyorativa, sino más bien didáctica, para que se entienda…, en “sirvientes” de la sociedad y no en gerentes, jefes, ni mandamases, patrones o verdugos.
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