viernes, 30 de marzo de 2012

Empresarios de otros paises; quieran acabar con la libertad de prensa en Colombia.



Matoneo judicial a la libertad de prensa

Una nueva modalidad para someter a la prensa y coartar su libertad ha empezado a hacer carrera en Colombia.

Y si el país, sus instituciones, su justicia, los diferentes medios de comunicación y las distintas organizaciones del periodismo no reaccionan, la nueva práctica, la de amordazar a la prensa mediante el acoso judicial ó matoneo judicial, se abrirá paso en detrimento de toda la sociedad colombiana.

Esta innovadora forma de atacar a la prensa hace caso omiso no sólo de las buenas costumbres para interactuar con la prensa sino de la legislación colombiana que traza para el ejercicio del periodismo unos parámetros amplios, como ocurre en cualquier país civilizado del mundo. Acuden a la práctica de denunciar penalmente a los periodistas por pánico económico. Y lo más irónico es que esta modalidad la están impulsando empresarios forasteros a los que el país les ha abierto sus puertas, pues han llegado huyendo de los atropellos y de los abusos de poder que se han impuesto en su nación por orden presidencial.

Y la mejor manera de agradecer esa hospitalidad es pisoteando uno de los pilares de la democracia colombiana, como es la libertad de expresión, específicamente la libertad de prensa. Este es un derecho fundamental de nuestra Constitución y de las más grandes democracias del mundo. No es gratuito que en Estados Unidos la libertad de prensa haga parte de la primera enmienda de su Carta Política.

Bienvenida la inversión extranjera, para ayudar al desarrollo del país. Bienvenidos los empresarios do otros paises que saben sacarle el jugo a la explotación petrolera. Pero no son bienvenidas las estrategias poco limpias de algunos de ellos de llenar de demandas a todo periodista que pretenda informar sobre lo malo y lo feo de sus prácticas empresariales. Dada su riqueza económica, adquirida en buena parte en la propia Colombia, no pueden abusar de su poder.

Después de la quiebra del poderoso Grupo Grancolombiano, a comienzos de los años 80, el empresariado colombiano entendió el importante papel de la prensa. No obstante los diversos informes periodísticos que se publican sobre los empresarios nacionales, éstos han sido gallardos. Hasta hoy nunca he visto a un Luis Carlos Sarmiento Angulo, o a un José Alejandro Cortés, o a algún directivo del Grupo Santo Domingo o del llamado Sindicato Antioqueño, etc., persiguiendo judicialmente a un periodista, haciéndole matoneo judicial.

Por eso la importancia de un editorial reciente del diario La República, cuando plantea que “es fundamental para aumentar confianza, crecer en credibilidad y sobre todo atraer inversiones de calidad en el largo plazo, que los anuncios sobre aumentos en las reservas petroleras del país estén avalados por firmas certificadoras de renombre internacional que “sinceren” los impactos de los avances exploratorios en las bolsas, ya que pueden ocasionar falsas expectativas en el mercado secundario con graves perjuicios para los inversionistas”.

Como muy bien lo registró hace poco un documento académico del Autorregulador del Mercado de Valores de Colombia (AMV), “la prensa financiera especializada puede ser una fuente importante de reportes sobre las fallas en la revelación de información, aun cuando las normas existentes sobre difamación puedan presentarse como una amenaza, toda vez que permiten a los administradores demandar a quienes los critican (usando los fondos de la empresa), con el fin de detener o apaciguar la presentación de sus informes”.

Eso es lo que están pretendiendo hacer con el matoneo judicial a los periodistas colombianos algunas empresas  extranjeras. En Colombia no están acudiendo a la difamación sino al pánico económico. 

Y por eso el documento del AMV advierte que “en un país sin tribunales ni fiscales honestos los periodistas son más vulnerables ante este tipo de amenazas”. Hasta hoy la justicia colombiana, la Fiscalía y la Procuraduría han comprendido el papel relevante que ocupan los periodistas en la sociedad.


Pero más singular aún que algunos de estos empresarios extranjeros estén buscando tener la doble connotación de acosar judicialmente a los periodistas y, a la vez, querer ser colegas suyos: están atacando la misma esencia del negocio periodístico, mediante su diversificación que contempla la adquisición de una porción accionaria de algunos medios de comunicación nacionales. Al mismo tiempo, han iniciado una gigante andanada publicitaria en la prensa colombiana.


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